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El contrataque de la gracia
Medios de comunicación
Publicado en 13/01/2024

Gran parte de las profecías bíblicas referentes a los tiempos del fin y a la venida de nuestro Señor Jesucristo, muestran una tendencia en común: el mundo irá de mal en peor. Jesús declaró que para nuestros días «tanto aumentará la maldad que el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:12). Lo que siglos antes fue dicho proféticamente hoy ve su cumplimiento ante nuestros ojos.

Ningún ser humano en la actualidad puede negar el hecho de que la maldad y el pecado han alcanzado niveles asombrosos. Por mucho menos pecado que el de hoy, Dios destruyó ciudades y civilizaciones en la antigüedad.

Es cierto que Sodoma y Gomorra habían sobrepasado los límites de la maldad y el pecado que les costó ser destruidas por fuego desde el cielo, pero lo que ocurre hoy en medio nuestro ha sobrepasado largamente al cometido por aquellas impenitentes ciudades.

Por supuesto, muchos dirán ‘es que para aquella época no había venido Jesucristo y la gracia salvadora no se había manifestado entre ellos’; precisamente eso es lo que más nos inculpa hoy, que teniendo el perdón y la gracia regeneradora y salvadora de Cristo desde hace 2.000 años la mayoría de la gente sigue viviendo de manera impenitente, llamando a lo malo, bueno, y a lo bueno, malo.

En una ocasión Jesús comentó un acontecimiento donde 18 personas perdieron la vida de manera accidental y eso servía de excusa para señalar que habían muerto porque eran malos y pecadores (Dios los castigó, dirían hoy); a lo que el Señor salió al paso asegurando: «en el caso de los dieciocho, que murieron aplastados al derrumbarse la torre de Siloé, ¿creen ustedes que ellos eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? ¡Pues yo les digo que no! Y si ustedes no se arrepienten, también morirán como ellos» (Lucas 13:4-5). Jesús se refería aquí no sólo a la muerte física, sino también a la eterna (Apocalipsis 21:8).

La muerte eterna llega al hombre que durante su vida terrenal no acudió a Jesucristo de manera arrepentida a recibir el perdón de sus pecados, el nuevo nacimiento y la seguridad de la vida eterna (Juan 14:6, Hechos 4:12, 1ª Timoteo 2:5-6). Todo aquel que muere en pecado sin el perdón de Cristo su alma va a dar al tormentoso fuego eterno. Después de muerto el hombre no tiene más oportunidad de salvación (el purgatorio no es bíblico, no existe, es un invento religioso).

De manera que «la justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios... Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Romanos 3:22-23; 6:23).

Entonces, el pecado y sus diversas manifestaciones ha venido incrementándose de manera vertiginosa, haciendo que la maldad avance llevándose por delante a la familia, la sociedad y sus instituciones y, lamentablemente, hasta a muchos en la Iglesia. Pero ¿eso significa que no hay remedio? ¿El mal finalmente triunfará y el bien se quedará cruzado de brazos? Indudablemente que no.

Jesucristo venció en la cruz del Calvario, resucitó al tercer día venciendo a la muerte que entró en el mundo por causa del pecado de Adán y Eva, derrotó al padre de la maldad, Satanás, y suprimió el dominio de este sobre el hombre.

¿Piensa usted que Cristo entregará definitivamente a la humanidad de este tiempo al diablo sin hacer valer su autoridad y dominio conquistado en la cruz? Pensar así es desconocer el poder de la resurrección del Señor. Jesucristo contratacará al diablo trayendo un último y poderoso avivamiento que salvará a millones antes de que venga por su Iglesia.

Hay algunos estudiosos de las Escrituras que basan su pesimismo de un último avivamiento, porque según ellos la Biblia no da señales claras de un evento espiritual de gran magnitud en los días del fin. Por el contrario, afirman que la séptima iglesia del Apocalipsis, la de Laodicea (3:14-22), la que encaja en nuestro tiempo profético, «su ángel» (pastor, líder) «es tibio, desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo»; y, por ello, la grey está en iguales condiciones.

Otros alegan que todas las «10 vírgenes» de Mateo 25, a la que relacionan con la ‘novia’, la Iglesia del Cordero, «cabecearon», en señal de estar dormidas espiritualmente. Ambas citas bíblicas dan a entender el estado del cuerpo de Cristo en los días previos al arrebatamiento de la Iglesia y se muestran reacios a que se vaya a dar un avivamiento final.

Ambas posturas olvidan que Jesús hizo unas recomendaciones a la iglesia de Laodicea: «¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo. Al que salga vencedor, le concederé el derecho de sentarse a mi lado en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado al lado de mi Padre en su trono» (Apocalipsis 3:20-21); precisamente porque habrá millones que abrirán la puerta de su corazón y cenarán con Cristo en el cielo, aunque no sin antes pelear ‘la buena batalla de la fe’ contra el mundo y el pecado hasta salir vencedores.

En cuanto a Mateo 25, finalmente, y a pesar del estado espiritual sombrío que hizo cabecear a las 10 vírgenes, cinco de ellas tenían el aceite necesario para irse con el esposo a las bodas; las otras cinco son aquellos que parecían cristianos, pero no lo eran, sino cizaña. Esos son de los que habló Jesús en el Sermón del Monte (Mateo 7:15-23), que le dirían: «¡Señor, Señor!», pero no hacían la voluntad del Padre. «Nunca les he conocido. ¡Apártense de mí, obradores de maldad!», les dirá Jesús.

El apóstol Pablo nos da una reveladora palabra que luego de más de 1.900 años sigue hoy más vigente que antaño: «La ley se introdujo para que abundara el pecado; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20. RVC). Aclaremos un poco su contenido con la versión NTV: «La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado, pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios».

Esa afirmación del Espíritu Santo a través de Pablo refuerza que estamos a punto de experimentar un gran despertar espiritual que incendiará al mundo entero con el poder salvador del Señor; porque «mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios». Si el pecado y la maldad se multiplican actualmente, entonces la gracia del Señor ‘sobreabundará’, estará siempre por encima del pecado.

Hoy cuando hay una élite globalista satánica que busca imponer su Agenda 2030 para reducir (matar) a la población, aplicar control a todo lo que hacemos en el mundo e instaurar un gobierno único, el cual, según la Biblia, será regido por el perverso ser conocido por Israel como ‘el mesías esperado’, pero para Dios es el hijo del diablo, el anticristo; significa que el Señor está por dar su Golpe Maestro de gracia que traerá arrepentimiento, perdón, sanidad, salvación y vida eterna, para luego arrebatar a su Iglesia santificada.

Nadie que conozca medianamente a Dios, a través de la Biblia, puede poner en duda que el Señor tiene un plan perfecto contra el mal. Jesucristo está a punto de manifestar su gran contrataque de la gracia. Justo cuando el pecado y la maldad están casi a su máximo nivel sobreabundará la gracia divina.

 

 

 

 

Fuente: El Evangélico Digital 

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