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Cuando sufrimos ¿es voluntad de Dios?
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Publicado en 11/02/2024

La voluntad de Dios (1)

“Es la voluntad de Dios”, suele ser una de las frases concluyentemente piadosas entre creyentes para cerrar la discusión alrededor de hechos que no comprendemos y que nos cuestionan profundamente.

Se supone que con esta frase debemos dejar de cuestionarnos y simplemente confiar en que “Dios sabe lo que hace”. Ciertamente, Dios sabe lo que hace, y lo hace muy bien, pero eso no significa que todo lo que sucede sea la expresa voluntad de Dios.

No es la voluntad de Dios que un conductor ebrio atropelle y mate a una mujer embarazada. No es la voluntad de Dios que un joven piadoso y prometedor muera de un cáncer fulminante cuando se encuentra en la flor de la vida y hasta ahora está comenzando a concretar sus posibilidades. No es la voluntad de Dios que un esposo golpee a su esposa o la abandone a su suerte, junto con sus hijos. No es la voluntad de Dios que un niño sea abusado sexualmente por alguien en quien confiaba. No es la voluntad de Dios que un niño tenga que combatir en cualquier guerra y padecer sus horrores por no tener ninguna otra alternativa. No es la voluntad de Dios que un huracán o un terremoto siegue la vida de miles de personas, en lo que de manera algo equívoca se designa como “actos de Dios” en las pólizas de seguros.

En resumen, el sufrimiento humano en cualquiera de sus formas no es de ningún modo ꟷpor lo menos en un mayoritario número de casosꟷ la voluntad de Dios.

Decir que todo esto es la voluntad de Dios es sugerir que todo esto ha sucedido porque Dios así lo ha querido, y si así fuera, sería imposible confiar en Él para quienes han padecido sufrimientos intensos, injustos y a todas luces inmerecidos, haciendo incluso preferible que Dios siguiera siendo bueno, pero impotente para evitar el mal; que, siendo capaz de evitarlo, optar no sólo por no hacerlo, sino determinar activamente su ocurrencia, como lo planteó Epicuro en la famosa paradoja que lleva su nombre al sostener que, en vista de la existencia innegable del mal en el mundo, Dios no podría ser simultáneamente bueno y todopoderoso, como lo sostiene la Biblia.

Porque a despecho de Epicuro, la Biblia nos revela a un Dios que es al mismo tiempo bueno, justo y todopoderoso, lo cual hace que la presencia del mal en el mundo en todas sus formas deba explicarse sin cuestionar ni su absoluta bondad, ni su justicia ni su omnipotencia.

Al mismo tiempo, la Biblia nos revela que Dios es omnisciente, es decir que Él todo lo sabe, lo cual no hace mucho para aclarar el tema, pues si Él sabía todo lo que iba a ocurrir en cada uno de los casos mencionados arriba, se vuelve aún más inexplicable que no lo haya impedido.

Pero hay algo más que la Biblia nos revela sobre Dios, y es que Él es sabio. Y en su sabiduría, Él creó un mundo bueno (Génesis 1:31) en el que, no obstante, el mal sería siempre una posibilidad real, por cuenta de una de las bondades que forman parte de este mundo bueno: el libre albedrío de hombres y ángeles.

 

De ello hablaremos en la segunda y última parte de este tema.

 

 

Fuente: El Evangélico Digital 

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